Un cuento que nos invita a reflexionar. Para adultos, adolescentes y niños; ya que en cada edad podemos sacar un aprendizaje diferente. Una historia que nos habla del autocuidado, pero también de la planificación a la hora de conseguir los objetivos, ya que a veces es más eficiente una buena planificación con un esfuerzo contínuo que un esfuerzo supremo sin la planificación necesaria detrás.
Dicen que una vez un leñador muy trabajador se presentó a una oferta de empleo en un bosque. Viendo su motivación y su energía, le contrataron enseguida. El jefe le dio un hacha y le mando a cortar árboles.
Cuando acabó el primer día, el dedicado leñador había conseguido traer 18 árboles, una cifra impresionante. Pero el hombre era muy trabajador y quería demostrar que podía hacerlo todavía mejor, y el día siguiente salió a batir su récord. Sin embargo, al finalizar el día, solo pudo volver con 15 troncos.
Conforme iban pasando los días el leñador se esforzaba por superarse, pero pese a gastar tanta energía, cada vez volvía con menos árboles. Estaba desesperado.
Fue a hablar con su jefe y le explicó la situación.
– No lo entiendo. Por más que me esfuerce, cada día corto menos árboles.
El hombre que le había contratado le miró y preguntó:
– ¿Cuánto hace que no afilas el hacha?
– ¿Afilar? No tengo tiempo para afilar. Estoy muy ocupado cortando árboles.

Si usamos este cuento para trabajar Planificación; deberemos después tener en cuenta, tanto los objetivos de la persona, cómo sus habilidades, y en su caso concreto, qué significa afilar el hacha.
Si lo usamos para trabajar el autocuidado; deberemos ayudar a la persona a encontrar aquellas actividades en las que siente que está afilando el hacha; para cada persona es diferente. No todos recargamos pilas de la misma manera. Para todo esto nos puede servir el trabajo con la rueda de la vida, y las actividades gratificantes. Así encontraremos las áreas en las que la persona siente que debe recargarse más y la podemos poner en contacto con sus propios deseos, y con aquellas actividades que antes de ir taaaaan saturada le hacían disfrutar.
Todas las personas, merecemos y necesitamos afilar el hacha, y eso no es un acto de egoísmo, al contrario, es un acto de amor propio y amor hacía los demás.
¿Y tu? ¿Cómo afilas el hacha?